Odio a Alice.
Me atropelló mentalmente.
Me des-hizo.
Me des-compuso.
Me hizo recordar-té y recordar-nos.
Me levantó
Para luego hacerme caer de nuevo.
Me susurró que todo estaría bien.
Y sus ojos nublados por el rímel corrido decían lo contrario.
La suerte suya, de recorrer la noche
como si la plata pal taxi sobrara.
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